Inicio Negocios y empresasEmpresas alertan: la carga impositiva y la apertura importadora amenazan su supervivencia

Empresas alertan: la carga impositiva y la apertura importadora amenazan su supervivencia

por Economía Simple

El sector textil en Argentina enfrenta uno de sus momentos más críticos en años recientes, evidenciado por una drástica caída en la producción y el impacto social que ello conlleva. Según un informe reciente, la producción textil se vio afectada por una contracción del 14,5% durante el primer semestre de 2025, una situación que puede explicarse tanto por la reducción del consumo interno como por la competitividad de productos importados a precios bajos.

La situación se volvió aún más alarmante en julio de 2025, cuando se reportó una caída del 10,1% interanual en la actividad textil, marcando la primera disminución del año tras un inicio que había mostrado signos de recuperación. Aunque entre enero y julio se observó un crecimiento acumulado de más del 6%, esta cifra no es suficiente para enmascarar una tendencia a la baja que se ha instalado en el sector.

Impacto en el mercado laboral y la economía familiar

El deterioro de la industria textil no solo se limita a las cifras de producción, sino que también se refleja en el ámbito social y laboral. La Fundación ProTejer lanzó una alerta, señalando que durante el año se han perdido 17,600 establecimientos productivos a nivel nacional, de los cuales 1,756 pertenecen al sector manufacturero. Este escenario se traduce en un aumento de la tasa de desempleo, que alcanzó el 7,6%, con un alarmante incremento en la informalidad laboral hasta el 43,2%.

Este problema afecta especialmente a mujeres y jóvenes, quienes constituyen una parte considerable de la fuerza laboral en la industria textil. En el primer trimestre de este año, la disminución de trabajadores formales alcanzó un total de 98,153, lo que representa una pérdida de 4,400 puestos de trabajo en comparación al mismo periodo de 2024. Esta situación se agrava por una caída en el poder adquisitivo de los hogares, que limita aún más la demanda interna. La reducción del consumo de indumentaria se ha hecho evidente, con un descenso del 9,5% en las ventas de supermercados y tiendas minoristas en el primer semestre.

Desafíos de la competitividad ante la apertura de importaciones

Uno de los mayores retos que enfrenta el sector es la apertura de importaciones, que afecta directamente la competitividad de la producción local. Las importaciones de bienes en general crecieron un 32% interanual, con un déficit acumulado que supera los 50,000 millones de dólares. Dentro de este contexto, el rubro textil ha alcanzado cifras históricas, con importaciones que ascienden a 8,100 millones de dólares anuales, impulsadas por la disminución de aranceles y el acceso a productos extranjeros.

Esta situación no sólo se traduce en un retroceso en la producción local, sino que también se evidenció en el uso de la capacidad instalada, que cayó al 44,4% en julio, lo que significa una baja de seis puntos porcentuales en un mes. La industria textil había experimentado una ligera recuperación durante tres meses consecutivos, pero no pudo sostenerse frente a la caída del consumo y la llegada masiva de productos importados.

La inversión también ha sido un aspecto crítico. Aunque se registró la importación de maquinaria por un monto de 113 millones de dólares en 2025, esta cifra sigue siendo inferior a los niveles de inversión de años anteriores, y la mayoría de la importación corresponde a la reposición de equipos, sin implicar ampliaciones de capacidad que pudieran señalar un futuro prometedor.

El contexto macroeconómico y su repercusión en el sector textil

El contexto macroeconómico en el que se desenvuelve la industria textil no ofrece perspectivas alentadoras. Pese a que la inflación general muestra signos de desaceleración, esta ha llevado a una perdida de dinamismo en la economía. Los sectores industriales que son intensivos en mano de obra han sufrido caídas significativas, con un retroceso del 10% interanual, mientras que la construcción ha caído un 14%.

La situación se refleja también en el déficit del turismo, que alcanzó los 6,327 millones de dólares en los primeros siete meses del año, un incremento del 128% interanual. A su vez, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del sector textil cayó un 0,3% en agosto de 2025, acumulando un incremento interanual del 24,4%, cifra que está muy por debajo de la inflación general, lo que evidencia la debilidad de la demanda interna y la dura competencia con productos importados.

El impacto territorial y la necesidad de una respuesta conjunta

La crisis no se limita a la industria en sí, sino que se distribuye de forma desigual entre las provincias. Regiones como Buenos Aires, Tucumán, Chaco, La Rioja y Catamarca, donde la economía textil representa un pilar clave del empleo, están lidiando con desafíos críticos. Muchos talleres y cooperativas, que lograron resistir las dificultades de la pandemia, están al borde del colapso.

La situación recuerda los peores momentos de la década de 1990, donde la apertura indiscriminada de mercados llevó a la desindustrialización masiva. Sin embargo, existen propuestas que buscan revertir esta tendencia. La Fundación ProTejer ha planteado la necesidad de una unidad entre trabajadores, empresarios y universidades para rediseñar un nuevo modelo productivo enfocado en la innovación y el empleo nacional.

Con propuestas concretas, como un plan textil federal que contemple capacitación y sustitución de importaciones, se busca revitalizar un sector que no solo es clave por su capacidad productiva, sino también por su impacto en el empleo y la economía regional. La experiencia internacional indica que los países que han conseguido reactivar sus sectores textiles lo han logrado implementando políticas activas que priorizan el contenido local y un control adecuado del comercio exterior.

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